(Entrevista: Penélope Silva)
Lima, vista como una mezcla de diferencias sociales, económicas y urbanas, actualmente representa una ciudad fragmentada. Entre invasiones y barriadas, el programa Barrio Mío buscó articular posibles soluciones a los problemas más enraizados de los sectores olvidados de la ciudad y generar un archivo que permita ser utilizado para futuras intervenciones. Con clima y geografía específicos y con la presencia de una política urbana de tinte autoritaria, se luchó para recuperar los espacios públicos. De esta manera, la ciudad es explicada desde el punto de vista del urbanista Luis Rodríguez, quien junto a otros especialistas y a través del libro “Otro urbanismo para Lima” (Fondo Editorial PUCP, 2017) se embarca en la búsqueda de una mejora para la calidad de vida de sus ciudadanos más afectados.
- ¿Cómo surge el proyecto Barrio Mío del cual se basa el libro ''Otro urbanismo para Lima''?
- Es un programa de la municipalidad metropolitana, se inicia de manera un poco orgánica. Yo sospecho, porque no estuve al inicio, que se armó básicamente por la atención que todo el mundo le da a Medellín. Cuando la nueva gestión inicia, varios funcionarios van a Medellín y entran en contacto con la gente del EDU y miran lo hecho, y surge el interés por lo que ha pasado con el mejoramiento de los barrios. Luego, hay muchas dependencias de la municipalidad que intentan armar algo así, y finalmente se decide crear un programa que no pertenezca a ninguna área específica sino uno que relacione varias dependencias. Demora un poco porque no había mucha idea sobre cómo hacerlo, los instrumentos no se definen con claridad, todo el proceso es lento y eso hace que lo que se pudo hacer se realice en los últimos dos años de la gestión. Este tipo de programas en otros sitios del continente duran más que una gestión con el apoyo de otro organismo internacional; ya sea el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, y esto hace que permanezcan en el tiempo más allá de que cambien las autoridades. Acá no hubo ese soporte de un organismo multilateral internacional y fue un esfuerzo de la propia municipalidad que además tuvo que luchar contra sus propios problemas de política interna a nivel de la ciudad, como es la revocatoria; por esto es difícil tener un programa de largo aliento si tienes tantos problemas de por medio. Cuando el programa ya está más o menos formado, me llaman para organizar la parte de los proyectos urbano-integrales, pero la idea general del programa ya estaba formada.
- ¿Cuál fue, a modo de estrategia, la primera aproximación a este 'mejoramiento' de barrios?
- Hay dos momentos distintos, uno que es el programa mismo y otro que es del área de proyectos urbano-integrales. En el primero se busca recuperar la confianza de la gente que en general está desgastada respecto a la participación del Estado porque muchas instituciones, ministerios, municipalidades, universidades, la iglesia, colectivos, todos van a las zonas populares a prometer talleres, intervenciones o mejoras y finalmente no hacen nada. Los proyectos sobre hacer unos muros, escaleras, el sub-programa ''Adopta un árbol'', REP, estuvieron dentro del paraguas de Barrio Mío. Son programas de corto aliento que buscan restablecer la confianza para empezar trabajar. A nivel de lo que fue el área de proyectos urbano-integrales, lo primero que se realizó fue un diagnóstico preliminar hecho por el geógrafo José Barrera y el antropólogo Daniel Ramirez Corzo, que valoran cuáles eran las zonas de mayor vulnerabilidad física, social, económica y en todos los sentidos. De dicha valoración, salieron 17 zonas de diferentes tamaños en casi toda la periferia de Lima, resultado de mapear información. El segundo paso con un grupo de urbanistas, sociólogos, geógrafos, fue caracterizar esas zonas y definir los problemas que tenía cada una para ver cómo se afrontaba intervenir en ellas; básicamente había que definir cuál era la naturaleza del borde para que la ciudad no se siga expandiendo, que es uno de los principales problemas a nivel de casi todas las ciudades del Perú. Racionalizar ese crecimiento, vinculado a esos temas de vulnerabilidad y el riesgo, fue el segundo problema que se volvió el eje estratégico. El tercer problema tenía que ver con la habitabilidad en términos de la vivienda y el espacio público, y luego el poder conectar todas las zonas que, producto de la fragmentación, están desconectadas en distintos niveles, desde una desconexión institucional hasta una desconexión física que se resuelve con temas de movilidad. Por último, en tanto las ciudades se entiendan como fuente de riqueza, se querían generar pequeñas centralidades que pudieran permitir a la población mejorar su capacidad económica, permitir emprendimiento de orden productivo, cultural, comercial. Estas fueron las cinco líneas estratégicas, a pesar que hay diferencias en cada sector, hay problemas relativamente comunes.
- Los barrios en Lima se caracterizan por componerse de agrupaciones pequeñas de familias que comparten el territorio con otras agrupaciones, pero existe también una fragmentación social a pesar que comparten tal vez un mismo estilo de vida. ¿Cómo se enfrenta uno ante dicha fragmentación?
El programa, a medida que fue avanzando, fue entendiendo que el mejoramiento de barrios en algunas ciudades de otros continentes es solo un paliativo. Un fenómeno que se explica en el libro es que uno no puede resolver el problema de los barrios marginales sin afrontarlo de manera integral, es decir, el tema de la vivienda. En el caso de Medellín no se ataca el problema de la vivienda, bajo la idea de que ''vivienda digna es para quien es digno''. Al generarse esto, se le da al Estado un pretexto para que no se cree un programa de vivienda claro y no atienda la vivienda de sectores menos favorecidos. De otro lado, en tanto uno financia determinadas obras para el mejoramiento del espacio público pero que no generan ninguna transformación dentro de los problemas estructurales que tiene la ciudad, el programa termina ocultando los problemas reales; por esto nos pareció que debía tener un tipo de acción diferente, y partimos por encontrar los problemas específicos que existen en la ciudad y de ahí plantear el programa, en oposición a la idea tan recurrente de que hay prácticas urbanas que pueden traerse de un lado u otro y simplemente aplicarlas, acrítica e irreflexivamente. El problema de fondo en Lima es la fragmentación, que no es novedad y sabemos que existe incluso de carácter étnico, institucional, etc.: cualquier intervención urbana debería atacar esta fragmentación que en estos sectores está definida porque cada familia ocupa una porción de territorio y esa porción demanda, mediante sus dirigentes, la intervención de las instancias de un Estado clientelista que opera a partir de promesas electorales, pero que cuando llega al poder se enfrenta al Gobierno Central, intenta responder a las promesas ya hechas, y entrega obras a nivel de esos pequeños asentamientos humanos que podrían tener 40 familias a mil; no hay posibilidad que la inversión pública tenga algún impacto en la calidad de vida porque son pedazos de obra y lo que el programa intenta atacar es eso. El componente urbano es un medio para intentar que los líderes de las distintas zonas de Lima entiendan que mientras no trabajen juntos no hay posibilidad que la calidad de vida cambie, ya que podrán tener una losa deportiva, un parque, 500 metros de pista, dos escaleras y los podrá mantener como líderes vigentes, pero no implica la mejora de la calidad de vida. Nosotros atacamos eso a partir de reformular la noción de barrio de dimensión geográfica, que cada dirigente y poblador entienda que sus sectores están definidos por una quebrada o elemento geográfico identificable y tiene una definición espacial clara, eso debería ser un barrio con problemas comunes que pueden ser atacados. Así lo primero es la definición de los ámbitos de la planificación, y lo segundo es cómo hacemos que los dirigentes, que cada uno quiere algo para su asentamiento humano, dejen eso y empiecen a trabajar unidos. Ahí empieza el proceso participativo, del área de proyectos urbano-integrales de Barrio Mío no tiene que ver que la población nos diga que quiere una cancha, sino es que los líderes tomen conciencia de los problemas de fondo, y decidan cambiar sus estrategias, empoderarse y decidir su propio liderazgo. El proceso participativo tiene esa naturaleza de orden político.El otro aspecto clave es la noción de plan estratégico, se diseña el plan para que responda a ciertos objetivos y que incorpora las enseñanzas del proceso histórico urbano que hemos tenido. Entendiéndolo se construyen visiones y herramientas para operar en la realidad. No son fórmulas que se repiten de otro lado y se difunden, sin reflexión de las herramientas, porque vas maquillando las intervenciones: Cualquier intervención urbana espera que el barrio cambie y de un salto cualitativo.
- Usted mencionó a Medellín. Partiendo de ésta, ¿qué es, a diferencia de otras ciudades, lo que caracteriza el desarrollo a lo largo del tiempo de los asentamientos humanos en Lima?
- Hay cosas que únicamente no son limeñas, como el clientelismo, que tiene mucho efecto en ciudades latinoamericanas y su origen está en la fragmentación de la democracia y en la permanente interrupción de ellas que ha querido legitimarse haciendo favores políticos a las poblaciones vulnerables. Esto tiene una historia en el Perú en donde el proceso urbano tuvo un carácter masivo y fuerte más que otros países latinoamericanos por el tema del clima. Es muy difícil que en otras capitales se generen los problemas de aquí (no llueve por ejemplo), por eso hay mucha gente en Pisco que sigue viviendo en carpas y esta es una realidad que no pasa en Quito o en Caracas. Nosotros somos una fuente de pensamiento urbano muy potente, Matos Mar fue muy importante porque condensó las lecturas de la escuela francesa y norteamericana, fue un primer intento de ensayar una mixtura entre ambos, luego estuvo John Turner que tuvo esta lectura anárquica que empujaba la toma de decisiones de la población que se organiza y genera una serie de cambios y desarrollo. Eso es tomado por el gobierno de Velasco que tiene el SINAMOS como organismo muy fuerte, y proyectos como Huaycán dentro del desarrollo urbano. Hay muchas cosas que pasan aquí que no pasan en otras ciudades, y tenemos características muy particulares: el clima, la geografía, el proceso histórico, y en este momento está vista críticamente la exportación de prácticas urbanas exitosas que son muy limitadas. En resumen, podríamos decir que una práctica urbana es exitosa si responde a las características propias de ese lugar, pues la noción de proyecto urbano que fue exitosa en Barcelona en el año 1992 es absolutamente absurda trasladarla a Lima, o Buenos Aires o Guayaquil. Se sabe que las prácticas exitosas son un arma de doble filo, como es el caso de San Isidro, que replica varias en un distrito que es el más rico del Perú. Estas prácticas urbanas aumentan la percepción de los desequilibrios porque ves una ciudad con calles alfombradas de grass y luego ves otra que no tiene nada, y es absolutamente contraproducente: cuando los problemas de fondo están en porqué la recaudación se queda en San Isidro, por ejemplo, y no se reparte entre toda la ciudad, y eso no se ataca. Hay que ver los problemas de fondo que son complejos pero deben ser enfrentados en algún momento.
- Por otro lado, en el aspecto cultural, ¿de qué manera la cultura ya existente es aprovechada para mejorar los barrios?
- En el proceso se trataron de ver las actividades que ya se hacían para incorporarlas. El problema fundamental en este aspecto es el presupuesto de las municipalidades, que complican la existencia de cualquier reestructuración. Al final, encuentras que hay grupos de niños o jóvenes que desarrollan actividades recreativas, deportivas, culturales y artísticas. En Medellín, como se atendió esto y había presupuesto para atenderlo se formaron empresas público-privadas que al final reclutaban y daban trabajo a jóvenes universitarios para centros culturales, por ejemplo, y a partir de contratarlos por prácticas se abastecían todos los centros culturales para que funcionen adecuadamente. En Lima no hay mucho presupuesto, entonces el peligro con esas actividades que existen puede resultar en que se construye un centro cultural pero que esté sin uso porque no hay nadie quien lo gestione. Desde la municipalidad, incluso, podría aprovecharse a los adultos mayores que podrían trabajar ahí. Una vez más, debemos entender la función del Estado y las instituciones en el Perú.
- Entonces, con las diversas participaciones, el proyecto es multidisciplinario...
- El programa es multidisciplinario de nacimiento porque nace en la dirección de participación vecinal y luego involucra otras áreas. Se incorpora el área de desarrollo urbano, SERPAR, y luego se va enriqueciendo y afinando. Nace con esa lógica.
- Actualmente, ¿existen proyectos en la misma línea de Barrio Mío?
El gobierno central tiene el programa “Mi Barrio”, que buscan reestructurar porque atendía el espacio público y equipamiento en barrios en Perú. En el gobierno de Alan García, “Mi Barrio” atendía también áreas rurales, lo cual es absurdo porque mezclaron lo rural con lo urbano y ahora con esta gestión se está tratando de reestructurar. Sucede que hay mucha voluntad pero poco rigor al momento de presentar experiencias, de evaluar la realidad que se ha estudiado desde ciencias sociales y esta lectura es difícil de intervenir sin pasar por el filtro de los urbanistas. Las pocas experiencias que hay no están muy bien analizadas ni registradas en el campo de lo urbano, y es una gran limitación para poder emprender nuevas aventuras de este tipo; esto fue lo que nos impulsó a hacer el libro. Más fue una iniciativa de Jitka Molnárová ante esta especie de ausencia de análisis de lo que se ha hecho: la única manera de avanzar es de poder registrar las experiencias que hay, analizarlas y discutirlas. El libro muestra qué se hizo, se señalan los problemas y errores que se cometieron para que luego no se repitan: se creía que se podía importar lo de Medellín, que es una ciudad privilegiada. No podemos cometer los mismos errores, esa es la finalidad de escribir y analizar las cosas: construir un conocimiento que pueda ser reutilizado. Necesitamos aprender de las experiencias y contribuir a la discusión, al debate, al intercambio en el que nosotros somos unos de los laboratorios más interesantes sobre urbanismo en el siglo XX, algo que empieza probablemente con Matos Mar, Adolfo Córdova, PREVI, John Turner, y Hernando de Soto que es uno de los escritores más prestigiosos dentro de lo urbano. Sin embargo, somos uno de los que tienen más problemas en lo urbano porque hemos construido más conocimiento que ha servido para otros y nosotros no podemos resolver nuestros problemas, creo que ahí está la clave de las tareas que nos esperan.